Quizá estar durmiendo sería algo de lo que sacaría mucho más provecho que de esta entrada. Por el contrario, una voz rota, contenida y plagada de emociones encerradas, ameniza esta bonita noche de primavera en la que me dispongo a creer que estoy escribiendo la reflexión del siglo. Hoy, hablando con una persona, he llegado a una disyuntiva en la que no sé cuál es la opción más acertada: o la gente es exageradamente egoísta, o yo soy exageradamente trágica.
¿Por qué? Bueno, creo que las personas que puedan llegar a leer esto, me pueden conocer lo suficiente como para saber que no soy una chica a la que le guste airear sus problemas a todo el mundo; sino una persona a la que le gusta poder solucionar su vida sola, sin tener que cargar a nadie con más dilemas de los que cada cual tenga con uno mismo. Pero creo que todos tenemos un límite, un tope que cuando se rebasa, algo en nuestro interior dice "hasta aquí", y revienta de algún modo.
Y en esos momentos, es cuando te das cuenta de que tal vez hablar con alguien, puede venir bien. Desahogarse, esa solución tan estupenda que probablemente a casi todo el mundo le sea útil. Pero... ¿de qué sirve hablar a la pared? ¿de qué sirve gastar tiempo y saliva en contar cosas que a la otra persona probablemente le esté importando nada? ¿de verdad esa persona está escuchando porque le interese, o sea realmente es por cortesía, porque es lo que toca? Supongo que la diferencia está entre la gente que oye, y la gente que escucha. Todos tenemos un oído con el que captamos sonidos, pero... ¿todos tenemos también la capacidad de escuchar e interesarnos mínimamente por esas vibración a la que llamamos "voz"? Lo dudo.
Siempre he intentado saber discernir entre las personas que "oyen" y que "escuchan", ya que por suerte o desgracia, soy una persona a la que le cuesta mucho hablar sobre sus problemas; si lo hago es porque realmente necesito que alguien me ayude de verdad. Intento ser inteligente y hacerlo sólo con personas que yo sepa que les importa lo que les estoy contando. Sin duda, para mí, mis problemas son importantes, y lo último que quiero es que alguien los menosprecien o los traten como nimiedades, ya que si me agobian lo suficiente como para que necesite contarlo, es que no son cosas vanas. Pero se ve que esa "inteligencia" se me ha esfumado. He intentado hablar con personas de las que esperaba una mano, un consuelo, algo, y sólo he conseguido tener por su parte cortesía o un "eso es una tontería". No, señores... Algunos temas, son demasiado delicados, demasiado complejos y con demasiado en juego, como para pensar que con un "no tiene sentido que pienses eso", o un "mírame a mí", o mejor un "vaya chorrada", se va a conseguir algo positivo. ¿Qué se consigue con eso? Degradar a la persona, hacerla sentir imbécil, absurda, además de caprichosa, débil o inmadura. ¿Eso es lo mejor que alguien puede dar de sí mismo cuando otra persona está rota delante de ella?
Pero, ¿y después qué? Pierdo mi privacidad, mi coraza, la protección que me otorga la máscara de "todo está bien", ¿y qué recibo a cambio? Nada. Más cortesía, más preguntas que se hacen por educación, y no realmente por interés. Esperas encontrarte un simple abrazo que te consuele, una palabra de cariño, un gesto que te dé calor... Y por el contrario, encuentras la huida y elusión de "responsabilidades".
No espero que nadie me solucione la vida. No voy a esperar de nadie que me traiga la solución a mis problemas, porque para eso ya estoy yo, y no porque no crea que alguien pueda hacerlo, sino porque como he dicho antes, mis problemas son míos y por tanto sólo yo soy responsable de ellos y su posible solución. Nadie debería verse en la tesitura de sentirse el responsable de un problema ajeno. Yo cargo mi lastre, yo cargo con mi equipaje, no quiero echarlo encima de nadie. Pero no sabía que costaba tan caro un instante de interés, un abrazo de consuelo o un poco de "voy a intentar comprender por qué estás así, a ver si entre los dos conseguimos algo.".
¿Qué saco con esto? Bueno, el ordenador no creo que sea capaz de darme ese gesto que todos necesitamos alguna vez, pero sí me da la posibilidad de expresarme, sabiendo que él no cuestionará si puedo o no puedo tener problemas sólo por ser alguien joven, o si exagero o no exagero todo para estar así. Él no pondrá en duda mi mala racha, ni creerá que estar así es algo contra lo que no he luchado con uñas y dientes.
Mundo, a nadie le gusta estar mal, ni lo está por gusto. ¿Resolvemos ya la disyuntiva de si el mundo es egoísta o yo una Drama Queen?
No hay comentarios:
Publicar un comentario