Quería estrenar este blog con una entrada que fuera especial de verdad, que fuera diferente y significara algo para mí. Llevo queriendo escribirla durante semanas, pero no se me ocurría nada.
Es por eso que cuando ayer por la noche, mientras volvía a casa de noche, sola por la calle, con mi recién estrenado ukelele a la espalda, se me ocurrió la solución a todo esto. Se me ocurrió por fin cuál sería su nombre.
Mi pequeño llegó a mis manos allá por mi cumpleaños, el 22 de Agosto. Lo llevaba pidiendo mucho tiempo, y sabía que al final llegaría, pero no me imaginaba que iba a ser una cosita tan preciosa, tan bonita, tan... perfecta. Por eso necesitaba que el nombre fuera acorde a él. Todos mis instrumentos han sido "bautizados" con nombres que significan mucho para mí, o lo significaron cuando lo hice. Son nombres únicos, diferentes, especiales, míos.
Al final, tras muchas vueltas, mi ukelele ya tiene nombre. Y ese nombre es Lulú. A mucha gente le puede sonar ridículo, pero como cada uno de los nombres que yo pongo, tiene un trasfondo detrás. Sin duda alguna, la culpable de todo esto es una canción de Carlos Sadness, llamada Miss Honolulú. Una canción en la que suena un ukelele, y la que fue el detonante para que yo también quisiera rasgar uno. Podría decir sin temor a equivocarme que se trata de una de mis canciones favoritas, si no la que más. El buen rollo que emana de su música, su letra, todo que me transmite, la manera que tiene de evocarme a playas cristalinas, buen tiempo, relax, vacaciones sin preocupaciones. El color de la madera de Lulú es diferente, me recuerda a algo femenino, delicado, suave; sus vetas oscuras, sus clavijas plateadas, el sonido de sus cuerdas... Por eso he querido llamarlo con un nombre que, aunque sea de chica, me suena a todo eso. Ese nombre llegó a mi mente de golpe, y supe sin dudarlo que tenía que llamarse así.
Así que, sé bienvenido a la familia de mis tesoros, pequeño Lulú, "my love".
Aquí están los culpables, Carlos Sadness y su Miss Honolulú.
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