Una canción puede transmitir en 5 minutos un mundo entero. Tengo la extraña capacidad de sumergirme en canciones, hacerlas mías, vivirlas y sentirlas como si fuera yo misma la que habla y se expresa en esas letras, esos acordes.
Una canción no es sólo notas conexas o letras comprensibles. Al menos, no cuando esa música la escucho yo. No sé cuál es la intención del compositor mientras crea esas piezas, no sé cuál es la finalidad que persigue, si es que es alguna. Pero sí sé lo que esa canción me dice a mí, sé lo que siento y expreso cuando la hago mía. Algunas me definen, otras definen mi alrededor, otras simplemente definen algo que aún no tengo, o algo que ya ha pasado.
Si alguien tuviera la capacidad de saber por qué justo en ese momento, estoy escuchando esa canción, me conocerían tanto como me conozco yo a mí misma. Por suerte, eso no es posible, y para la gente sigue siendo una canción que suena, en un momento perdido entre otros tantos. ¿Por qué? Qué más da.
Quizá por todo esto, llevo dos días que una canción no puede salir de mi mente. La escuché hace meses, me gustó, tenía buen ritmo, un título sugerente... Pero en aquel momento sólo era una canción más en mi reproductor. Cuando sonó hace dos días, supe que era una canción que sonaba en el momento adecuado, y a la persona correcta, en el minuto exacto en el que cada letra, cada golpe de bombo encajaba como un rompecabezas terminado.
Quizá el mensaje que yo descifro en esta composición no vaya a dejar de ser mío; escucharéis la canción, serán 5 minutos de vuestra vida que habéis dedicado a intentar comprender qué veo yo, a sacar mil conjeturas, probablemente erróneas de en qué sintagma se identifica mi vida.
Pero, quizá y sólo quizá, haga posible que alguien la conozca o la vuelva a escuchar si ya la conoce, capte el matiz que he captado yo, la haya también suya, y acabe siendo la perfecta banda sonora para un perfecto momento en su perfecta (o no tan perfecta) vida. "Disculpad mi osadía".
Sea como sea, no serán 5 minutos de vuestra vida perdidos. Es un gran grupo, una gran canción. Y por lo menos, a mi parecer, agradable de escuchar.
Tras de mí, una escena y diez mil frases que repetir,
ya ves, lo que es no es.
Yo no voy a contar lo mejor, a ocultar lo peor;
me pongo el mejor chaqué.
No digo lo que digo,
hago lo que no hago,
al revés, al revés,
porque ser valiente no es sólo cuestión de suerte.
A veces no soy yo,
busco un disfraz mejor,
bailando hasta
el apagón.
¡Disculpad mi osadía!
Tú también tienes que ver
que nunca tengo mi papel.
Nube gris, riega todo el jardín,
todo el jardín, todas las flores que probaré.
No olvido los sueños,
vuelvo a lo que no acabo.
No perdí, no perdí,
porque ser valiente no es sólo cuestión de verte.
A veces no soy yo,
busco un disfraz mejor,
bailando hasta
el apagón...
¡Disculpad mi osadía!
Pensad que ya no estoy,
que el eco no es mi voz.
Mejor aplaude y vámonos.
¡Qué termine esta función!
A veces no soy yo,
busco un disfraz mejor,
bailando hasta
el apagón...
¡Disculpad mi osadía!
Pensad que ya no estoy,
que el eco no es mi voz.
Mejor aplaude y vámonos.
¡Qué termine esta función!
Deme la voz, deme la voz, deme la voz,
apuntador, deme la voz, deme la voz.
Apuntador, deme la voz, deme la voz,
deme la voz, deme la voz, la voz...
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