martes, 21 de abril de 2020

Reditus.

No fue la casualidad la culpable de que, justo dos años después, volviera a estar en el mismo lugar. Con las manos puestas sobre el teclado, la música de fondo y las sensaciones chocando entre sí, peleando por salir a borbotes del pecho.

Y quiso culpar a la pandemia, pero no pudo. Y quiso culpar al tiempo libre y la inspiración, pero tampoco pudo. Porque en el fondo sabía que fue el simple e irrefrenable deseo de querer verter en algún sitio las mil malas (malísimas) ideas que cruzaban su mente buscando un letrero en el que se leyera "EXIT".

La frustración y la libertad reprimidas, sumadas al empujón de una truope de llanura, hicieron que lo que parecía imposible sólo fuera una granada de mano lanzada contra el enemigo con la anilla sin quitar. La redención y la condena viajando de la mano hacia un mismo fin.